Desde hace algunos años, coincidiendo más o menos con la duración de esta pertinaz crisis que está azotando nuestra economía y desmantelando nuestro modo de vida, se ha venido promoviendo, principalmente por algunos poderes públicos aunque no exclusivamente, pues se han sumado con mayor o menor entusiasmo muchos otros gurus, voceros de diversa índole, asociaciones empresariales y otros actores sociales, el emprendimiento como receta para combatir el desproporcionado desempleo y la desintegración económica y social que esta situación provoca y que ha ido instalándose como endémica en nuestro entorno.
La propuesta consistía, presentando la misma de una manera burda y en blanco y negro, en que los nuevos desempleados, jóvenes, mayores, cualificados, noveles, expertos, y de todo tipo se establecieran por su cuenta para ofrecer al mercado sus servicios y productos, de forma autónoma, por si mismos, constituyéndose en autoempleadores, minorando las estadísticas de paro y reduciendo la carga social que las prestaciones correspondientes representan.
El emprendimiento, entendido como solución de autoempleo, ha sido un camino seguido por multitud de confiados y entusiastas profesionales que han tenido suerte variable. A unos les ha ido bien, incluso muy bien, y han conseguido encaminar sus iniciativas como microempresas o empresas que han generado oportunidades de trabajo para compañeros de aventura que han sumado sus esfuerzos a los del emprendedor. En otros casos, los emprendedores han visto como sus ahorros y recursos se han visto volatilizados y han agotado sus medios y esfuerzos para acabar en una vía muerta, de muy difícil salida, toda vez que la protección social para este tipo de trabajadores en nuestro país es escasa.
Pese a las excelencias que se atribuyen a esta alternativa de ocupación y producción esta no convence realmente a la mayor parte de nuestra fuerza productiva. ¿Cuánta gente que tiene un puesto de funcionario o en una corporación de cualquier sector anhela dejar su trabajo alienante para emprender la emocionante aventura del emprendimiento? Personalmente, no conozco a muchos.
Es relativamente frecuente y conozco algunos casos de personas que, desde la seguridad del empleo estable, coquetean con el emprendimiento como alternativa complementaria pero no principal. Nos guste o no seguimos siendo una sociedad eminentemente dependiente. Preferimos la seguridad de un empleo y un sueldo regular, aunque nos quejemos después de las condiciones del mismo, a asumir el control y la iniciativa de nuestro modo de vida.
La crisis actual ha supuesto también una crisis institucional, social, política y de todos los órdenes de la vida comunitaria pero, contra todo pronóstico, esto no está provocando la revisión de los mecanismos e instrumentos sino que cada quién, de forma individual, trata de buscar los resquicios del sistema para resolver su situación aprovechando los cada vez más escasos mimbres que la realidad le ofrece.
Es imperativo acabar con esta actitud, donde el adocenamiento y gregarismo están acabando con la iniciativa personal y la contribución individual. Aplicaría aquí recordar las palabras, tantas veces repetidas, de John Fitzgerald Kennedy “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por tu país”.
Ha llegado el momento de acabar de una vez por todas con la idea de que el emprendimiento es una opción para los que pierden su trabajo como solución de autoempleo y de subsistencia. El emprendimiento debe ser visto por todos, ocupados y desempleados, como una auténtica obligación, un instrumento para la innovación económica y social, un medio para el progreso social y tecnológico, un vehículo para la realización personal y profesional.
Emprender conlleva la aplicación exigente y rigurosa de principios como la autodeterminación, la libertad, la responsabilidad, el compromiso, el servicio, la competencia y la orientación al mercado.
Emprender es una actitud, un estilo de vida y una elección que debe ser tomada desde el convencimiento absoluto de que se tiene algo que ofrecer a la sociedad y que esta es la mejor vía para conseguir materializar el proyecto pero bajo ningún concepto una salida para una situación sobrevenida.